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Cuánto cuesta un vídeo con dron, cuánto vale y cuál es su precio.
Antes de entrar de lleno, vamos a clarificar que no es lo mismo cuánto cuesta un vídeo con dron (los costes que asume la empresa que lo realiza, y que abarca desde costes específicos de cada trabajo hasta costes propios que la empresa ha de amortizar), lo que vale (lo que el cliente está dispuesto a pagar por él) y su precio (el numerito que una empresa fija para la realización o venta de un servicio). En un mundo ideal, el coste será inferior al precio final, que debería ser cercano a su valor. Si el coste es mayor, la empresa perderá dinero, y si el precio ofrecido es inferior a su valor, la venta no se producirá o el cliente quedará descontento.
La calidad audiovisual, el coste de producción y el trabajo no son los mismos en un vídeo de boda o un vídeo corporativo si se hace con dron que si se realiza sin dron, y tampoco el resultado final es el mismo.
En un principio esta entrada estaba pensada como una pequeña guía tanto para pilotos noveles que necesitan orientación sobre en cuánto valorar su trabajo, como para curiosos que quieren entender por qué un vuelo con dron cuesta lo que cuesta. No obstante, tras varias reescrituras, me he dado cuenta de que la entrada es más una reflexión propia sobre el valor de nuestro trabajo como freelance. Hablo desde el punto de vista de un emprendedor autónomo y piloto de drones, pero creo que es extrapolable a muchos otros profesionales autónomos. Espero que leerlo sea tan útil para vosotros como lo ha sido para mí escribirlo.
Si estás empezando como freelance o incluso si llevas pocos años, este artículo puede serte de bastante utilidad para evitar algunos de los errores que todos hemos cometido al empezar. Una parte importante del conocimiento freelance llega siempre como resultado de la experiencia. Con ella se aprende no solo de las cosas que comprobamos que hacemos bien, sino de aquellas de las que hacemos mal. Como todos tenemos ideas propias que pueden no ser acertadas, muchos errores necesitan ser repetidos hasta que la tozuda realidad te lo deja tan claro que tú mismo te rindes a la evidencia.
Qué necesitas para vender servicios de grabación con drones.
Empecemos por lo básico: cuando intentas vender algo, no importa lo que sea, no lo vas a vender si no lo diferencias de lo que ya hay. En el caso de la producción de vídeos aéreos puede haber muchas variables que distingan tu trabajo pero a grandes rasgos las más significativas son tres:
Calidad
Como calidad entendemos el resultado final. Hoy en día adquirir un dron que grabe en 4K es relativamente económico, sin embargo, y aunque suene a cliché, es infinitamente más importante cómo utilizas tus herramientas que las herramientas que utilizas, y es que un piloto experimentado con un dron de menos de 1000 euros y versado en las técnicas profesionales de producción audiovisual seguro que podrá ofrecerte un mejor resultado que alguien que ha volado un par de veces un aparato de varios miles de euros.
Para ofrecer la mejor calidad, se necesita:
Una alta motivación, tanto para aprender nuevas técnicas que aplicar en los trabajos, como para rendir de una forma óptima durante la realización de los mismos.
Talento, en parte innato y en parte trabajado y adquirido.
Buen ojo y criterio artístico.
Conocimiento del lenguaje audiovisual.
Una buena técnica, tanto en la obtención de las imágenes como, sobretodo, en el mantenimiento de los equipos y en los procedimientos operacionales.
Sé que son muchos puntos a cubrir. La buena noticia es que casi todos ellos se obtienen por dos vías: la formación, académica o extraacadémica, y fundamentalmente toneladas de experiencia.
Fiabilidad
La fiabilidad es la gran olvidada cuando se solicitan servicios de grabación de vídeos con dron. Normalmente, cuando alguien busca contratar vídeos con dron en internet, visita varias páginas, compara calidades y pide presupuesto a los que más le gustan.
No me cansaré de repetir que la fiabilidad es uno de los aspectos más importantes a la hora de contratar un servicio con dron. De la misma forma que cuando se valora la compra de un coche uno de los aspectos más importantes sobre los que meditar será cuál de las opciones que barajamos va a darnos menos problemas a medio y largo plazo en el taller, el cliente debería saber que en todos los rodajes, y más cuando trabajas con drones, pueden ocurrir imprevistos de muy diversa naturaleza, y a la hora de contratar un proveedor de un servicio no puedes rebajar un ápice la fiabilidad del mismo. Por ejemplo:
El plano que quieres conseguir es más complicado de lo esperado y lleva más tiempo, empujando los horarios de todo el rodaje y agotando baterías, que en muchas ocasiones son un recurso limitado.
Tu coche o tu dron sufre algún tipo de percance provocando algún retraso en el servicio.
Drones que caen del cielo. Los drones no suelen caer del cielo sin motivo. Los fallos del dron que puedan hacer que éste termine en el suelo son raros, cuando un dron sufre un accidente suele ser culpa del piloto, ya sea en su manejo, en una subestimación de las posibles complicaciones de volar en determinadas circunstancias o en su labor de mantenimiento. No obstante, fiar ciegamente el resultado de tu trabajo a la confianza ciega en el sistema que estés pilotando y a tus dotes como piloto puede darte problemas.
Se presenta la Guardia Civil para asegurarse de que estás haciendo las cosas de forma legal.
Llegan curiosos a cotillear qué estás haciendo con tu dron, molestándote en la toma de los planos.
Hay problemas de coordinación con el resto del equipo o con los sujetos a filmar.
Algunos imprevistos son más probables que otros, pero cuando se contrata un servicio es importante dar la garantía al cliente de que, pasen los imprevistos que pasen, tú vas a hacer tu trabajo, y lo vas a hacer bien.
Todos estos percances tienen solución, más o menos sencilla, y se pueden prevenir o se pueden mitigar sus efectos si se lleva una planificación adecuada. Al contrario de lo que pueda parecer, el trabajo de un piloto de drones no empieza cuando el dron se pone en el aire, sino días antes de la operación.
Es cierto que la formación y la experiencia aportan un grado de fiabilidad a un trabajo aéreo, pero en este punto lo que más influye es la estructura organizativa de los pilotos y de la operación. Para esto se requiere un conjunto de conocimientos teóricos y prácticos (know-how) que se van puliendo con los años.
El problema es que luchar por ofrecer la mayor calidad es muy, muy complicado. Como ya hemos dicho, se requiere de talento, formación y mucha experiencia. Ofrecer un servicio fiable no es tan complejo, pero sí que es más difícil de demostrar. Cuando te solicitan un trabajo muy pocas veces te preguntan si tienes todas las licencias, permisos y seguros en orden, y mucho menos te piden prueba de ello. Tampoco te preguntan algo tan básico como si a la hora de trabajar cuentas con un dron de repuesto. En su lugar, te preguntan cuánto cuesta tu servicio, lo que nos lleva al siguiente punto:
El precio
La tercera de las variables. Recordemos que estamos hablando de vender un servicio, para ello, lo que hay que hacer es destacar sobre la competencia. Como ya hemos dicho, destacar en calidad es complicado, puesto que requiere invertir dinero, tiempo y trabajo. Destacar en fiabilidad también es difícil, porque no es una característica fácil de demostrar, y es muy poco vistosa en el escaparate de servicios que ofrece una empresa de drones. Sin embargo, el precio a priori no es más que un número, en teoría fácil de subir o bajar para llamar la atención. Basta con echar un ojo por Internet y preguntar a unas pocas empresas para averiguar aproximadamente cuál es el precio de mercado y, si queremos destacar, bajarlo.
No obstante, destacar por precios bajos no es un buen sistema, y vamos a explicar por qué:
Estamos en un mercado muy joven y muy especial donde el precio de mercado, hoy por hoy, no parece demasiado realista por culpa de la inmadurez de la normativa legal y de los procedimientos ineficaces para garantizar su cumplimiento. Hoy en día las sanciones económicas para las personas que usan el dron profesionalmente son considerablemente mayores que para aquellos que trabajan en negro y que, a efectos prácticos, la normativa trata como si fuera una actividad lúdica (es así por no tener ni licencias ni permisos). Hay bastantes pilotos que viven de grabar vídeos aéreos y hoy por hoy lo hacen en condiciones de competencia desleal, porque también tienen menos gastos. Seamos claros, los servicios ofrecidos de esta forma puede tener una cierta calidad, aunque lo habitual es que carezcan de ella y también pueden ser baratos, pero lo que nunca pueden ofrecer es el menor vestigio de fiabilidad y lo que es peor, generalmente si las cosas van mal o muy mal, el cliente quedará en situación de total indefensión. En esas condiciones, las reclamaciones irán a la basura y el servicio se convierte en una lotería con resultados muy diversos. Pese a estas inseguridades, la influencia en los precios de estos servicios profesionales de grabaciones de vídeos aéreos se deja notar porque como ya hemos dicho, la percepción de la fiabilidad de un servicio siempre es complicada.
Esta es la razón de una excesiva tendencia a destacar por precio bajo en este sector, pero a medio y largo plazo es un error para los emprendedores que se dejan tentar y que pasa factura.
¿Debo rebajar mis servicios con dron?
Devaluar tu trabajo te devalúa a ti, te enclaustra y te impide crecer. Durante los últimos años he pasado por todo, he cedido al regateo y he dado servicios rebajados sólo por el hecho de tranquilizar mi conciencia pensando que produzco más haciendo un trabajo mal pagado que trabajando en hacer crecer mi empresa de otras maneras.
Los clientes
La verdad es que una de las cosas más llamativas que he aprendido es que cada cliente es un mundo, pero normalmente los mejores clientes son los que entienden desde el principio que tu tarifa es algo inamovible. Ellos entienden que tú dominas una técnica que ellos no, y por ello la valoran y te valoran. Que tú sabes mejor que ellos lo que tienes que hacer y cómo, así que no se van a entrometer en tu forma de trabajar. Que si estimas que realizar un trabajo vale X es porque con tu experiencia sabes que si lo haces por menos de X no te compensa.
Los clientes que te piden los servicios más baratos son generalmente los más problemáticos y los que más exigen, probablemente porque no lo valoran. No tengo la explicación científica, pero el proceso es el siguiente:
Recibes la solicitud. Das tu presupuesto estándar de X. El cliente te dice que es muy caro y que sólo puede pagar dos tercios de lo presupuestado. Evalúas el caso y te pones mil excusas para aceptar la rebaja, porque al estar empezando, te importa más el hecho de trabajar que la cifra: que si haces el trabajo recortando en medios, en tiempo dedicado y en esfuerzo puedes llegar a no perder dinero. Que por lo menos tienes más material para tu Reel. Obviamente, el cliente que te ha pedido la rebaja no se ha parado a pensar que al bajar su aportación económica tú tienes que rebajar los recursos con los que haces tu trabajo y que tu recurso más valioso es tu tiempo. El cliente no entiende que al adquirir un servicio rebajado, tú rebajes la dedicación que pones en este trabajo, y por ello te va a exigir el trabajo “completo”. Tengo un secreto, y es que esta fea situación no es culpa del cliente, es culpa tuya:
Por querer trabajar por encima de todo.
Por querer ver oportunidades donde no las hay.
Por querer agradar a todo el mundo.
Por pretender hacer un trabajo que te lleva un esfuerzo determinado con la mitad de recursos de los necesarios.
Y por supuesto, por no haber sabido hacer entender a tu cliente por qué tu trabajo vale X y no la mitad.
Las consecuencias de devaluar tu trabajo
El resultado es que tras haber hecho muchos trabajos, sabes cuándo se te está pagando de acuerdo a lo que das y cuándo no. Y lo peor de aceptar trabajos rebajados no es que al llegar el final del mes, sumando todo lo que has trabajado, no llegues a la cubrir gastos. Lo peor es cómo te sentías mientras hacías esos trabajos. Si alguna vez mientras trabajas como has puesto buena cara mientras pensabas “esto no lo vale” deberían encenderse en tu cabeza tus alarmas. Esa es la señal inequívoca de que vas muy mal. No necesitas que alguien te engañe, ya te estás engañando tu mismo y estás robándote a ti mismo tu recurso más valioso: tu tiempo. Un solo error de este tipo debería bastarte para reaccionar.
Y ese es uno de los problemas más graves a los que te puedes enfrentar, porque cuando haces un trabajo por el que sabes que deberías cobrar bastante más, te hace odiar lo que haces y te desmotiva enormemente. Al fin y al cabo, estás “regalando” a alguien prácticamente desconocido los frutos de tu esfuerzo, y no lo están valorando de la forma adecuada. ¿En serio crees que alguien va a valorar tu trabajo si tú mismo no lo valoras? ¿Crees que algo así puede pasar desapercibido? ¿Eres consciente del daño que puedes provocar a tu propia imagen si persistes en ese error?
¿Recordáis cuando hablaba de la calidad? Entre muchos factores, mencionaba la motivación. Creo honestamente que es muy difícil ser bueno en tu trabajo si no amas en cierta medida lo que haces o si, como mínimo, no tienes motivación para ello. Esto es especialmente importante en trabajos creativos, como lo es el de la realización audiovisual. No creo que sea necesario explicar que no valorar un trabajo como se merece es tremendamente tóxico para la moral.
Y lo peor de todo no es que trabajes desmotivado (al fin y al cabo, trabajar es trabajar, es bastante utópico pretender que cualquiera ame al 100% su trabajo el 100% del tiempo), sino que se entra en una espiral peligrosa. Si trabajas desmotivado la calidad de tu trabajo empeora, y como tu calidad es mejorable terminas aspirando a proyectos poco ambiciosos.
Después de esto, creo que queda poco más que decir. Valora lo que haces y quiere lo que haces. Sólo así podrás hacer trabajos dignos de su precio y de tu valía. Como emprendedor puedes tener miedo a que rechazar algo sea perder una oportunidad. Tal vez la oportunidad sea dedicar ese tiempo a algo que contribuya a seguir mejorando lo que haces. Odio rechazar trabajos, pero cuando fruto de un conflicto interno he optado por hacerlo, nunca me he arrepentido.
Las “oportunidades” que rechazas las puedes reconvertir en seguir aprendiendo, practicar, investigar, mejorar tu marca… Todo, para que a la hora de vender tus servicios, no necesiten destacar por su precio, ya que destaquen por su calidad y fiabilidad.
Recordad que todos quieren un servicio bueno, rápido y barato. Por desgracia solo podrás escoger dos.
Cómo crecer delegando tareas
Cuando empiezas tienes pocos clientes y te puedes permitir el lujo de hacer de hombre orquesta, pero a medida de que el número de clientes crece, deberás delegar cierto tipo de tareas a socios o a subcontratas. Entre otras cosas, eso te permitirá centrarte en el tipo de tarea que tú dominas y con ello lograrás mejorar en esos otros aspectos del negocio necesarios y quizás menos aptos para ti tales como marketing, administración de la empresa, temas técnicos relativos al mantenimiento de tu sitio en Internet, etc.
Todo ello te permitirá centrarte aún más en aquello que profesionalmente dominas mejor para continuar ofreciendo un servicio cada ver de más calidad y más fiable y te permitirá llegar a hacer tipos de trabajos que quizás antes no estaban a tu alcance por falta de recursos, llegando a otro tipo de clientes cada vez más interesantes para el negocio. En otras palabras, si quieres crecer, deberás abandonar tu idea de hombre orquesta.
Debes quedarte con dos ideas clave que a mí me costó un tiempo asimilar. Si quieres vivir de esto.
1) No malbarates tu tiempo y
2) no intentes competir bajando los precios.
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