Rate this post
Con la llegada de la resolución 8K se avecina una nueva revolución, y supone el final de la era del 4K que hasta hace no mucho era a lo que todos aspirábamos.
Nos hemos llevado una buena sorpresa con la filtración por parte de la FCC de algunas de las características del futuro Autel Evo 2. Aparte de una gran autonomía y gimbals intercambiables, que ya de por sí justificarían el hype por este dron, a muchos se nos han quedado los ojos como platos al comprobar que el Autel Evo 2 ofrecerá una resolución de vídeo de 8K.
No pretendo hablar más del Autel Evo 2 todavía, ya que no se conoce demasiado de él, y falta además conocer lo más importante: el precio (ahí es donde veremos realmente si es un dron rompedor o simplemente un buen dron con un precio acorde a lo que se espera), sino que hoy quería compartir mis impresiones sobre el 8K, qué puede aportar y si es realmente necesario; no sólo en drones, sino en todo tipo de cámaras y reproductores.
Cómo entendemos la resolución 8K como consumidores
Por una parte, no es necesario hacer demasiado hincapié en que la resolución 4K no lleva demasiado tiempo estandarizada entre nosotros, y como consumidores creo que la reacción más entendible es que nos llevemos las manos a la cabeza al escuchar la mareante especificación. No es para menos, y es que desde que se comenzó a estandarizar el HD (720p), hemos ido viendo cómo la industria se empeñaba en meternos con calzador avances cada pocos años que hacían que nuestros equipos (televisores, móviles y cámaras) quedaran obsoletos cada vez antes: HD, FullHD, (el fallido) 3D, 4K, HDR… y está claro que el siguiente nombre en nuestra lista va a ser el 8K.
No sé a vosotros, pero a mí (joven e inexperto) de primeras me parecía que el HD Ready de 720p sí se veía mejor que las teles de definición estándar, y lo mismo ocurría entre el FullHD y el HD. Lo mismo con el 4K respecto al FullHD. Sin embargo, mientras ocurrían estos cambios, y aunque se pudiera apreciar la diferencia, una parte de mí (y seguro que no soy el único) sentía que no entendía completamente la necesidad, ya que el estándar anterior ya se veía suficientemente bien. Y sin embargo (y seguro que vuelvo a no ser el único), una vez acostumbrado al FullHD me parecía fascinante pensar que hubo un tiempo en el que la resolución estándar me parecía “suficiente”… Y eso ha sido así con cada salto de resolución que hemos vivido.
¿Entonces en qué quedamos? ¿Es necesario seguir mejorando las resoluciones de cámaras y televisores, o es la manera que tienen los fabricantes de mantenernos gastando indefinidamente? ¿Mejora en algo visualizar contenido en 8K o es sólo una cifra con más impacto en la cartera que en la experiencia del usuario? La respuesta creo que tiene matices, y tengo la intención de desglosarlos a continuación.
En primer lugar, vamos a decir una verdad irrefutable, a lo mejor un tanto dolorosa, pero que es mejor quitarse de encima de primeras como si fuera una tirita: evidentemente, los fabricantes son los primeros interesados en imponer nuevos estándares y crear nuevas necesidades a los que los consumidores debemos ceñirnos, porque de esta forma nos convertimos para ellos en la gallina de los huevos de oro. Es como funciona el sistema capitalista, y lo hace de la misma manera en la industria de los móviles, de los videojuegos, de la automoción y prácticamente cualquier industria basada en productos tecnológicos para el consumidor. Es un juego al que llevamos jugando casi desde que el mundo es mundo, pero esto no es necesariamente malo, y es que si la industria no funcionara de esta manera todos seguiríamos viendo la televisión en pantallas de tubo, cargando nuestros videojuegos con cartuchos y utilizando el móvil sólo para llamar y para mandar SMS.
¿Qué cosas malas nos trae la resolución 8K?
El riesgo de comprar productos mediocres a precio de oro
Como ya ha ocurrido cada vez que unas pocas letras abanderan lo que se supone que es la última tecnología para el consumidor, corremos el riesgo de que nos intenten colar aparatos mediocres como de alta gama por ser 8K y quedarnos sólo con el 8K: hay muchísimas características a tener en cuenta a la hora de valorar la calidad de imagen de un televisor o de una cámara, y la resolución sólo es una de ellas: en el caso de las teles, por ejemplo, también influyen la luminosidad, la profundidad del color, el tamaño, la latencia, el tipo de panel, y un largo etcétera.
Hace que el 4K quede desfasado
Debemos entender la llegada de la resolución 8K como no sólo una forma de progreso, sino también como un modo light de obsolescencia programada. No es que los dispositivos de 4K y resoluciones inferiores vayan a dejar de funcionar mágicamente, pero es una forma de empujar el mercado actual hacia el consumo de nuevos dispositivos que hasta ahora no eran necesarios. Por otra parte, para que los productores de contenido permanezcamos competitivos, nos obligará a realizar inversiones en cámaras 8K a medio plazo.
No es necesario para todos.
A día de hoy, el consumo de contenido audiovisual se realiza en gran medida a través de smartphones, que en unas pocas pulgadas no podrían aprovechar eficazmente tanta resolución al mostrarse en una pantalla tan pequeña. Si la tendencia de consumo audiovisual sigue favoreciendo a los smartphones, podremos encontrar aquí un buen lastre para la imposición del 8K.
Gran cantidad de contenido no va a usar el 8K a corto-medio plazo
Y es que a día de hoy todavía puede ser complicado sacar partido a un televisor 4K: las emisiones de TDT en España están aún lejísimos de ofrecerse en 4K de manera regular, y sólo las consolas de última generación permiten jugar en 4K. En plataformas de vídeo en streaming como Youtube, Netflix, HBO o Prime Vídeo, no obstante, cada vez encontramos más contenido en 4K. A pesar de esto, pensar en adquirir un televisor capaz de trabajar en 8K, con las dificultades que encontramos todavía para sacar todo el partido al 4K, resulta bastante descorazonador.
¿Entonces la resolución 8K puede ser realmente positiva?
El camino a la perfección
No todo es malo, y es que, como decíamos antes, cada salto generacional que hemos dado en cámaras y televisores, aunque pueda haber sido costoso, nos ha acercado más a las calidades de imagen que podemos disfrutar ahora. El 8K es la evolución lógica de los acontecimientos, y sin lugar a duda es un paso imprescindible si nos proponemos llegar algún día a disfrutar de una calidad de imagen plenamente perfecta, si es que eso puede llegar a lograrse.
Apto para dispositivos mayores
Llegamos al punto que considero más clave a la hora de hablar del 8K; y es que podemos debatir largo y tendido sobre si el 8K va a suponer una diferencia notable en pantallas de tamaño“normal”, pero no podemos ignorar el hecho de que la tendencia de consumo actual es que los televisores son cada vez más grandes. Evidentemente no va a ser lo mismo ver un contenido en una pantalla de 80 pulgadas en 4K que hacerlo en 8K; y el 8K nos va a permitir disfrutar de mejor calidad de imagen en estas teles gigantes que cada vez pueblan más nuestras paredes, a modo de “ventana al resto del mundo”.
Mejor para reencuadrar
Para terminar, aunque para el consumidor de productos audiovisuales no suponga una diferencia directa, en muchas producciones, aunque el vídeo final vaya a ser editado en 1080p, se valora la posibilidad de grabar en 4K para poder tener margen en postproducción de ajustar encuadres y estabilizar la imagen. A la hora de exportar material final en 4K, nos podía ser muy ventajoso grabar en 5.2K, pero al no estar ampliamente estandarizado, es una resolución que no se ha ofrecido demasiado en cámaras del segmento prosumer. Con la llegada del 8K, es de suponer que el 5.2K se abrirá camino sin mucha dificultad en estos segmentos, permitiendo mejorar finalmente nuestras producciones en 4K.
Conclusiones
Como vemos, hay argumentos a favor y en contra del 8K; pero de lo que no hay mucha duda es de que los fabricantes lo han puesto en su hoja de ruta, de manera que es cuestión de tiempo que todos (consumidores y creadores) terminemos pasando por el aro de una forma u otra. Por su parte, Autel parece que va a vender el primer dron con cámara de 8K. Aunque es prematuro lanzarse a cambiar de herramienta de trabajo sólo por poder disfrutar de los 8K, sí que fuerza a los competidores (DJI, Yuneec, Parrot…) a ponerse las pilas y ofrecer drones con capacidad 8K si no quieren perder una buena cuota de mercado en el próximo año.
Comments