El importante perfeccionamiento al que está llegando la tecnología de impresión 3D en sus resultados está haciendo que se produzca hechos como el que comentamos a continuación.
Especialistas del sector sanitario de la Universidad de Iowa están encargando piezas impresas en 3D que representan cualquiera de los órganos del cuerpo humano para llevar a cabo investigaciones y prácticas antes de enfrentarse a una operación.
La idea surgió cuando el cirujano Joseph Turek tenía un paciente joven con una úlcera en el corazón. Ante la dificultad y delicadeza que suponía este caso y el enfrentarse a una operación de este tipo, a corazón abierto, el doctor Turek consciente de la existencia de esta tecnología acudió al dueño de una tienda de joyas de alta gama que utiliza la impresión 3D para dar forma a sus creaciones.
Mark Ginsberg, que es como se llama el joyero, cuenta con dos ejemplares de impresoras 3D en la planta de producción que tiene situada encima de su tienda de atención al público. Además de sus impresoras cuenta también con dos CNC y máquinas para los acabados de fundición, soldadura y apliques.
El doctor Turek se puso en contacto con Mark Ginsberg para que le recreara el órgano a intervenir en su paciente y una vez hecho esto, Ginsberg se ha asociado con médicos de una variedad de especialidades para crear modelos 3D que sirvan de práctica previa.
De esta forma, un especialista puede observar el órgano a intervenir con anterioridad y desde cada uno de los lados y perspectivas de los mismos, pudiendo practicar con él, estudiar por dónde va a realizar la intervención y sobretodo haciendo que cuando el cirujano se enfrente a la intervención el paciente esté el menor tiempo posible en la mesa de quirófano y en plena intervención con el cuerpo abierto.
Para llevar a cabo el proceso de impresión del órgano que va a servir de práctica, el doctor Turek envió una tomografía computarizada del corazón del paciente y Ginsberg procesa el modelo creando un archivo que pueda ser enviado a una impresora 3D. El coste aproximado de este tipo de prácticas es según Ginsberg de entre 900 y 1500 dólares, aunque de forma excepcional y también con vistas a su promoción posterior si el resultado era éxitoso, el joyero regaló la pieza al cirujano en este caso particular.
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