A lo largo de la historia, los avances tecnológicos han ido acompañados de estrechos parámetros para su aplicación, que se ocupan de resolver los problemas cotidianos. Esto no quiere decir que la función sigue a la forma, pero la verdadera innovación requiere tiempo para alcanzar su objetivo.
A medida que más personas tengan acceso a la tecnología, el alcance se amplía para dar cabida a usos más comunes y resultados más concebibles, como ha sido el caso de la llegada de las impresoras 3D.
Cuando el terremoto de Haití en 2010 tuvo como resultado la muerte de más de 100.000 personas y la destrucción de más del 60% de los centros de salud existentes, las impresoras 3D sirvieron para la creación de dispositivos médicos y facilitar así la intervención humanitaria.
Una creciente necesidad de la innovación médica
A raíz de este tipo de fenómenos devastadores, las redes de transporte dentro y fuera de los sitios donde sucede la catástrofe suelen sufrir un colapso, compitiendo organizaciones no gubernamentales que despliegan equipos difíciles de manejar, ya veces son innecesarios.
Estos modelos tradicionales de ayuda exterior requieren importantes inversiones de tiempo, dinero y materiales. Pueden ser más un obstáculo dado que las 48 horas después del desastre son un periodo crucial, donde se necesitan suministros médicos adecuados para detener la propagación de las infecciones y las muertes evitables que se produzcan.
Si bien, estos esfuerzos son muy útiles, es necesario un material de uso más general, como el filamento utilizado por las impresoras 3D, el cual podría reducir la presión sobre los recursos y ayudar a aliviar algunos de los problemas antes mencionados.
Ayuda 3D para los desastres
Un artículo reciente de A. Dara Dotz, exploró el despliegue de esta tecnología en el campo de la intervención humanitaria y hace gran hincapié en su adopción.
La apertura de un diálogo entre los diseñadores y los médicos locales permitió la producción rápida y rentable de instrumentos médicos, según las necesidades. Esto reduce la dependencia de los servicios sensibles al tiempo como el transporte y el almacenamiento, lo que permite una mayor eficiencia.
Las capacidades en este escenario fueron más allá de la elaboración de artículos de primera necesidad y se ampliaron para incorporar la fabricación de partes rotas o ausentes de manera que, el equipo no funcional existente se pudiese utilizar en el tratamiento.
Dotz es también el fundador de iLab Haití y es pionero en este tipo de actividades.
Las claves del programa piloto de creación de material médico impreso en 3D
Cuando 3DforHealth estableció un laboratorio de impresión 3D en Haití, poco después de que los temblores desaparecieran, fue capaz de identificar 16 objetos imprimibles para satisfacer las demandas en tiempo real de profesionales de la medicina y se dedicó a la formación de personas para utilizar el la MakerBot Replicator.
En respuesta a las entrevistas con el personal médico en tres centros de salud, el equipo desarrolló un prototipo de pinza del cordón umbilical en colaboración con la población local para demostrar lo que es posible con el uso de la impresión 3D en aplicaciones médicas.
Varias versiones fueron probadas para asegurar la durabilidad y eficacia, un proceso que identifica preocupaciones preliminares relacionadas con la longevidad del producto, saneamiento y reutilización, así como las posibles directrices para los ensayos en humanos.
Fuente: 3DPrint.com
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