Incluir impresión 3D en la formación de las generaciones del futuro es algo que poco a poco suena con más fuerza. El último país en anunciar algo de este tipo ha sido Japón donde el gobierno planea apoyar la idea de que los jóvenes estudien en funcionamiento y las aplicaciones de esta tecnología.
El planteamiento se pondrá en marcha a partir del próximo verano y se espera que esté completado a final del año 2015. Durante ese tiempo, poco a poco la educación irá adaptándose en los distintos niveles a la presencia y uso de la tecnología de impresión 3D en sus contenidos. Los primeros en recibir formación en este campo serán universidades y escuelas técnicas y poco a poco irá expandiéndose hacia las escuelas secundarias.
El Ministerio de Economía, Comercio e Industria del país dotará una partida para estos centros que supondrán dos tercios de los gastos que suponga la introducción de esta tecnología en la enseñanza. El gobierno espera con esto conseguir que los jóvenes de hoy se sientan cómodos en la manipulación de estos aparatos y en la creación y desarrollo de nuevas aplicaciones derivadas de la tecnología de impresión 3D, una pretensión que tiene su origen en el deseo del gobierno japonés por mantener la competitividad de su región frente a grandes potencias como EEUU donde la inclusión de impresión 3D en las escuelas se está produciendo ya.
Con esta iniciativa, Japón se une a países como
Gran Bretaña o Australia, donde la formación en impresión 3D en las escuelas se puso en marcha en los últimos meses. El Ministerio de Economía japonés considera que la impresión 3D jugará un papel fundamental en el desarrollo de modelos productivos y fabricación de vanguardia y considera además que Japón se está quedando atrás en este campo con respecto a potencias como EEUU o Europa, de ahí su importante apuesta.
Las iniciativas como ésta sin duda contagian a unos países y otros, sobretodo si la línea de crecimiento viaja a través de la inversión en tecnología. Para facilitar esta tarea, varias empresas han trabajado para lanzar al mercado impresoras de bajo coste enmarcadas dentro de una campaña que implica a las escuelas y universidades, posicionando su producto dentro de este mercado objetivo que puede ser tremendamente potencial si finalmente esta práctica se termina extendiendo por los países desarrollados.
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