Impresoras 3D son utilizadas como herramienta de trabajo para la construcción de la Basílica de la Sagrada Familia
La Basílica de la Sagrada Familia comenzó a construirse en el año 1882, hasta la muerte de su diseñador, el arquitecto Antonio Gaudí en 1926. Desde entonces, han sido distintos arquitectos los que han continuado con su tarea.
Desde el primer momento, Gaudí se percató de que los gráficos en 2D no eran útiles para este proyecto debido a la complejidad de esta construcción, por tanto, se utilizaron modelos 3D, mucho más adecuados para este tipo de diseños. A partir de la muerte del arquitecto español, los apasionados de la arquitectura y la Comunidad catalana se han esforzado para continuar su proyecto de la Sagrada Familia, sin embargo, el trabajo se complicó aún más por un acontecimiento histórico. Durante la guerra civil española se destruyeron muchos de los elementos y modelos escritos y dibujados, lo que se convirtió en todo un desafío.
Aquellos documentos que consiguieron salvar de la tragedia, les orientaron para volver a encaminar este magnífico proyecto y garantizar la construcción original de Gaudí.
Anteriormente, todas las piezas, materiales y construcciones se realizaban a mano, todo era artesanal. Sin embargo, actualmente, utilizan tecnología 3D, es decir, un método más económico y rápido. La impresión 3D les ha permitido interpretar mejor los datos, comprender mejor las proporciones del diseño y materializar los dibujos, lo que supuso una auténtica revolución.
Al introducir las impresoras 3D como herramienta de trabajo para la construcción de la Sagrada Familia, se obtuvieron muchas ventajas, como la utilización de menos material, la obtención de modelos de manera más rápida, reducción de la inversión, etc. Se espera que, gracias a la aceleración del proceso por el uso de la tecnología 3D, se termine su construcción en el primer tercio de este siglo.
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