El Seatoy SEABOB se ha infiltrado en los sueños de aquellos interesados en el transporte submarino, con un coste de 17.000 dólares americanos, por lo que seguirá siendo un sueño para la mayor parte de los usuarios. Como respuesta a la inaccesibilidad de este género de tecnología, un joven decidió que iba a trabajar para crear una opción alternativa más económica con impresión 3D.
Archie O’Brien, trabajó con 3D Hubs para crear su dispositivo de transporte submarino mejorado, al que ha bautizado como CUDA. La creación de O’Brien le valió el primer lugar en el recientemente anunciado programa 2018 3D Hubs Student Grant en la categoría de Diseño de Producto.
Mochila propulsora acuática fabricada con impresión 3D.
Mochila propulsora acuática fabricada con impresión 3D
La CUDA es una mochila impulsada por propulsión a chorro que el usuario lleva puesta y que deja disfrutar de una experiencia de uso manos libres bajo el agua.
La idea inicial era minituarizar una motocicleta acuática y usarla, pero no encajaba totalmente en la configuración de la mochila. Después de una cuidadosa lectura de “Numerical Analysis of a Waterjet Propulsion System” (Análisis numérico de un sistema de propulsión por chorro de agua) de Norbert Willem Herman Bulten, O’Brien estaba convencido de que, pese a las contrariedades, podría encontrar algo que se adaptara mejor a la configuración de la mochila.
Con sueños de planear sin esfuerzo a través de las claras aguas de Islandia o bien como miembro de una manada de delfines, se propuso experimentar, investigar y experimentar nuevamente. Para poder crear y también iterar de forma rápida mientras que desarrollaba el jet pack, O’Brien empleó tecnologías de impresión 3D y CNC.
Esto asimismo le dejó controlar los costes, en tanto que era una parte de su principal objetivo para crear algo que podría ser significativamente más asequible que cualquier otra cosa en el mercado. Como tal, utilizó la tecnología FDM y PLA, dos de los métodos de fabricación más alcanzables y económicamente viables. Además, se empleó SLS para crear el impulsor, usando polvo infundido de fibra de carbono que proporcionaba la rigidez extrema precisa para semejantes piezas.
Pruebas y desarrollo de CUDA
La prueba clave fue determinar de qué manera las 45 piezas impresas en 3D resistirían bajo el agua. La preparación para operar en condiciones tan extremas determinó que las partes impresas en 3D se recubrieran primero con una fina capa de resina epoxi que luego se secó de forma lenta, y se agregaran sellos de silicona a todas las puertas de acceso para evitar que el agua entrara y saliese por la batería y otros componentes electrónicos.
Pero, por supuesto, la prueba del pudín está en la comida, con lo que no había solamente que hacer que tirar la cosa y meterse en el agua, lo que O’Brien ha hecho con gusto, probando el CUDA tanto en piscinas como en aguas abiertas.
Además, las partes se han dejado en el agua durante meses para poder ver si pueden aguantar la exposición prolongada, y hasta ahora todo ha ido bien.
El montaje de CUDA sólo requiere 10 minutos, suponiendo que el usuario no tenga experiencia en montaje de mochilas propulsoras, como si de un mueble de IKEA se tratara. Una vez ensamblada, la mochila está desarrollada para trabajar de manera intuitiva, con su arnés que la mantiene a noventa grados en relación con tus hombros y velocidad controlada por un gatillo manual.
“En nuestros días, CUDA está pendiente de patente con la esperanza de que los primeros modelos disponibles comercialmente lleguen al mercado en 2019”.
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