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Éxitos que se convierten en fracasos, Eventorbot


La siguiente historia nos ha llamado la atención para reflexionar sobre quién está detrás de cada impresora 3D o accesorio nuevo que sale al mercado. Su capacidad, experiencia, compromiso, en definitiva, la seriedad de la empresa que va a responder y nos va a asegurar la calidad de lo que compramos.

Comprar una impresora no es como comprar una camisa, tampoco como comprar un coche, pero está a medio camino entre uno y otro, y a la hora de dar el paso es importante que reflexionemos sobre algunas cuestiones para no encontrarnos casos como el que vamos a señalar a continuación.

En septiembre de 2012, Il Duy Dang puso en marcha una campaña en Kickstarter para dar a conocer su creación, Eventorbot, una impresora 3D de código abierto con bastantes prestaciones para lo que conocíamos hace un año. En poco más de mes y medio, el proyecto consiguió 5 veces más de lo que necesitaba para llevarse a cabo. El apoyo de la comunidad de usuarios de impresoras 3D fue impresionante.

En marzo de 2013, los primeros ejemplares de Eventorbot ya estaban terminados y el envío de éstos a sus destinatarios se producía con regularidad. Il Duy Dang es dueño de su propia empresa, la encargada de diseñar y fabricar estas impresoras 3D. Su empresa es familiar y cuenta con una década de vida cuando el proyecto se pone en marcha.

Cuando los primeros ejemplares de Eventorbot fueron enviados a sus clientes, Duy comenzó a sentir los problemas estructurales de su compañía. La cantidad de pedidos que había recibido como consecuencia de una respuesta masiva a su campaña de Kickstarter tenían abrumados a los miembros de la compañía, su familia, y hasta al propio Duy.

Durante meses Duy y su familia se dedicaron y esforzaron para conseguir hacer llegar los pedidos a sus destinos. Pero en el mes de julio de 2013 se produjo un parón en la comunicación con Duy y su empresa y los usuarios y clientes que querían contactar con él no lo conseguían. Algunos intentaron incluso ofrecer ayuda al fabricante pero no obtenían respuesta alguna sobre esto. Muchos clientes se sintieron decepcionados y muchos otros se enfadaron con la compañía al no cumplir con lo prometido.

Hace algunos meses, en agosto de 2013, Kickstarter lanzaba un comunicado a los afectados en el que informaba de que Duy había dado en bancarrota. Algunos usuarios mostraron sus quejas en la plataforma y pedían a Kickstarter que exijiese un compromiso a los fabricantes de impresoras que utilizan su nombre para promocionarse.

En los últimos días, noviembre de 2013,, Duy ha hecho pública una comunicación en la que asegura arrepentirse de llevar a cabo un proyecto que de ser un éxito se ha convertido en su gran fracaso. Reconoce no haber estado a la altura de semejantes peticiones y se responsabiliza de esta situación. Según Duy, determinados hechos personales en un período concreto de tiempo han hecho que éste fabricante que estaba alcanzando el éxito abandonase todo aquello por lo que había trabajado en los últimos años.

Para finalizar, Duy asegura que los pedidos que estaban en marcha llegarán a su destino pero también ha puesto a disposición de sus usuarios, la oportunidad de cancelar el pedido, intentando devolver a los usuarios al menos parte de lo entregado.

Esto ya lo hemos dicho mas de una vez: una cosa es que un proyecto y otra cosa es que la idea se convierta en empresa. Por eso siempre seremos reticentes a las impresoras que han nacido en Kickstarter y que aún no han demostrado ser un modelo de negocio viable.

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