La realidad virtual ya forma parte de nuestras vidas. Aunque para muchas personas no es una actividad cotidiana, cada vez está más de moda en la sociedad digitalizada en la que vivimos. En los últimos tiempos se han visto grandes avances relacionados con el campo del turismo, uno de los sectores que más han apostado por la tecnología para superar la inestabilidad de los últimos años.
Otro de los campos que más han innovado sobre la aplicación de la realidad virtual, mucho antes que el turismo, es el del entretenimiento online. Aquellos usuarios más habituados a las últimas novedades tecnológicas quizás ya habrán entrado a otros mundos con PlayStation VR, compartido mesas virtuales con amigos y desconocidos en PokerStars o adentrado en una película o serie de la mano de Netflix. Cada vez son más las compañías y sectores que apuestan por esta tecnología.
Poco a poco ya hemos podido ver alguna oferta en este sentido. Sin la necesidad de desplazarse físicamente al destino turístico, varias ciudades ofrecen visitas virtuales que te trasladarán en medio de las calles de París o de Nueva York. Solo necesitarás las gafas, una buena conexión a internet y encontrar la página que te facilite la experiencia. Cada vez son más los ayuntamientos que están realizando inversiones de este tipo de tecnología para aumentar el interés cultural.
Si sucede en ciudades, ¿cómo no iba a pasar en los museos? Ya son muchos los centros que realizan visitas virtuales, pero hay algunos que han trabajado de una manera muy delicada la experiencia inmersiva. El Museo Petersen del Automóvil, el Museo Nacional de Finlandia o el Museo Nacional de Historia Natural de Francia son tres de los ejemplos más destacados por su calidad.
Rompiendo barreras
Otra novedad son las compañías dedicadas al turismo que ofrecen tours por las ciudades con gafas de realidad virtual. En ellos, podemos disfrutar de cómo nos acompaña en el recorrido un guía virtual y se van plasmando gráficos o datos relacionados con los monumentos. Más trabajadas son las experiencias que nos llevan a tiempos pasados en las que podemos observar cómo ha cambiado la Roma antigua a la actual o cómo era Pompeya en sus orígenes. Como se suele decir: una imagen vale más que mil palabras.
Mientras la experiencia anterior requiere de un desplazamiento al destino en cuestión, hay otras que se pueden seguir practicando desde cualquier lugar. Uno de los desafíos de la realidad virtual es romper las barreras de accesibilidad. En numerosas ocasiones es complicado acceder a diferentes enclaves por su gran afluencia o su dificultad para llegar, como el Machu Pichu, o por el desgaste constructivo del conjunto, como la visita a la tumba del faraón Ramsés VI en Egipto.
Si queremos ir más lejos y salir de la tierra, podemos ir al espacio sin demasiados impedimentos. El turismo extraterrestre no es solo cosa de magnates, sino que con unas simples gafas inteligentes y con la ayuda de la NASA nos podemos trasladar a la superficie lunar o de Marte. Además, podremos vivir el recorrido y observar todo aquello que forma parte del Sistema Solar.
Más sostenible
Anteriormente, hemos hecho énfasis en todo lo que supone para la industria del turismo y de la innovación digital la realidad virtual. También tenemos que hacer hincapié en el componente sostenible. Muchos países están luchando para que en los próximos años se implemente un modelo turístico más respetuoso con las personas y el medio ambiente, menos centrado en el turismo de masas como muchos lo practicaban hasta hace poco.
Apostar por la digitalización y modernización del ecosistema turístico son dos puntos clave para lograrlo. Así pues, se puede diversificar también la oferta y alejarnos del colapso de las grandes ciudades que anualmente atraen millones de viajantes. Esta nueva manera de viajar y de hacer turismo no solamente puede suponer un impulso a la economía, sino cambiar la mentalidad de la sociedad. La tecnología puede ayudar a modificar la actitud de los turistas y reducir las aglomeraciones de gente.
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