Nuestra llegada a Marte parece ser cada vez más inevitable. Hay quienes esperan que en los próximos 50 años comencemos a colonizarlo. Hay otros, como Elon Musk, que son incluso más optimistas. Y aunque la colonización de otro planeta todavía parece algo lejana y ficticia, nos lleva a hacernos una serie de nuevas preguntas. ¿Cómo funcionarán las colonias? ¿Cuáles son las leyes en Marte? ¿Alguien podría apropiarse de un pedazo del planeta al solo llegar? ¿Quién gobernará más allá de la Tierra?
Mientras los científicos se concentran en los aspectos técnicos —como optimizar los aterrizajes, qué se necesita para una misión espacial con humanos y qué podremos encontrar al llegar allí—, la presencia de las empresas privadas en la carrera espacial nos obliga a mirar más allá. Es necesario atender a otras preguntas pertinentes para que este hito de la humanidad no se convierta en un error histórico por culpa de nuestras debilidades. Establecer las reglas y un acuerdo entre todos es crucial para un exitoso aterrizaje en Marte.
Por ello, en Futuro Eléctrico exploraremos algunas leyes que ya regulan las actividades en el espacio… y algunos de sus vacíos. Sobre todo, nos enfocaremos en tres preguntas: ¿Se puede ser dueño de un planeta? ¿Es necesario establecer leyes en Marte? ¿Quién gobernará Marte? Empecemos.
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Tabla de contenidos
¿Se puede ser dueño de un planeta?
NASA
La actuación sobre el espacio y los cuerpos celestes está reglamentada en el Tratado del Espacio Ultraterrestre. Es un documento de cooperación internacional e intercomunicación firmado en 1967 por Estados Unidos, Reino Unido, Europa, Japón, China y la Unión Soviética.
¿Recuerdas la llegada del Apolo 11 a la Luna? Su imagen más icónica fue la de sus astronautas fijando la bandera de Estados Unidos en la superficie. En su momento fue un gesto patriótico y significativo de «un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad». Y nunca dejó de ser eso: un gesto. A diferencia de los colonizadores en América o África, clavar una bandera no significó que la Luna ahora les pertenecía.
¿Por qué? Porque el Tratado, al cual 110 países están sujetos, prohíbe que ningún país declare soberanía sobre planetas o cuerpos celestes. De hecho, la Luna y los planetas son patrimonio común de la humanidad.
Artículo II: El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera.
Este artículo no hace referencia a cómo estas reglas se aplican a los privados. Para los expertos, aunque el Tratado mencione a los Estados, la prohibición también aplica a individuos y entidades a través de la responsabilidad del Estado. Esto se complementa con el Artículo IV:
Los Estados Partes en el Tratado serán responsables internacionalmente de las actividades nacionales que realicen en el espacio ultraterrestre (…), los organismos gubernamentales o las entidades no gubernamentales, y deberán asegurar que dichas actividades se efectúen en conformidad con las disposiciones del presente Tratado. Las actividades de las entidades no gubernamentales (…) deberán ser autorizadas y fiscalizadas por el pertinente Estado Parte en el Tratado.
Si no se puede poseer un planeta, ¿quién manda sobre él?
En 1979, la ONU aprobó el Tratado de la Luna, que cerraba algunos agujeros legales del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre. Sin embargo, las principales potencias espaciales (Estados Unidos, Rusia y China) no ratificaron el acuerdo, por lo que actualmente no se le otorga validez.
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De esta forma, ni países ni individuos pueden reclamar propiedad sobre un planeta o fragmento. Y aunque el Tratado deja un espacio a la interpretación a las reclamaciones de particulares, hace responsables a los Estados de las actividades de sus ciudadanos.
En caso de que una empresa o agencia quiera construir un asentamiento en Marte, deberá notificar de sus intenciones a Naciones Unidas. Una vez levantada la estructura, será responsabilidad del país que opera la misión. De esta forma, deberá permanecer bajo su jurisdicción, aún si el proyecto es de un privado.
Artículo VIII: El Estado Parte en el Tratado, en cuyo registro figura el objeto lanzado al espacio ultraterrestre, retendrá su jurisdicción y control sobre tal objeto, así como sobre todo el personal que vaya en él, mientras se encuentre en el espacio ultraterrestre o en un cuerpo celeste. El derecho de propiedad de los objetos lanzados al espacio ultraterrestre, incluso de los objetos que hayan descendido o se construyan en un cuerpo celeste, y de sus partes componentes, no sufrirá ninguna alteración mientras estén en el espacio ultraterrestre, incluso en un cuerpo celeste, ni en su retorno a la Tierra.
La superficie de Marte no pertenecerá a ningún país o entidad. No obstante, los colonizadores deberán seguir las reglas del país que tiene jurisdicción sobre la nave, la construcción y su periferia. Y, lo más probable, es que el sistema de leyes esté basado en las regulaciones que gobiernen su país de origen.
¿Cuáles son las leyes que regirán en Marte?
En la película The Martian encontramos el siguiente fragmento:
He estado pensando en las leyes de Marte. Sí, lo sé, es una estupidez pensar en eso, pero tengo mucho tiempo libre. Existe un tratado internacional que dice que ningún país puede reclamar nada que no esté en la Tierra. Y por otro tratado, si no estás en el territorio de ningún país, se aplica la ley marítima. Entonces Marte es «aguas internacionales». La NASA es una organización no militar estadounidense y es propietaria del Hab. Entonces, mientras estoy en el Hab, se aplica la ley estadounidense. Tan pronto como salgo, estoy en aguas internacionales. Luego, cuando entro en el rover, vuelvo a la ley estadounidense.
La frase es acertada, pero no completamente. Sí, la primera parte es cierta, ya lo explicamos ampliamente. Sin embargo, la segunda parte es un poco engañosa. En realidad, algunos abogan porque se aplique la ley marítima; sin embargo, no hay ningún tratado que lo establezca. El mar y el espacio son dos áreas distintas con sus propias obligaciones legales. Por ello, otros abogan porque se aplique el Tratado Antártico de 1959.
El Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre habla de que cómo la exploración y la utilización «deberán guiarse por el principio de la cooperación y la asistencia mutua». Es decir, en caso de que surjan problemas tendrán que solucionarse entre los Estados miembros. De igual forma, cada Estado es responsable de las acciones de los objetos que ellos y sus ciudadanos han lanzado.
Un pequeño paréntesis: el Tratado también se enfoca en la prevención de la militarización y armamento del espacio. Hasta este punto, tenemos claridad en las reglas que rigen el espacio y, a partir de allí, comienzan las partes grises. ¿Qué reglamenta la minería, la exploración, la monetización comercial y los activos celestiales? ¿Cómo se establecerán la regulación y las leyes en Marte? ¿Hacen falta nuevos principios éticos legales para la futura vida en Marte o se deben aplicar los mismos que en la Tierra?
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¿Es necesario establecer nuevas leyes en Marte?
A esta altura, el tratado actual parece insuficiente para los planes de los humanos en Marte. Sin embargo, ¿qué tan probable es lograr un nuevo acuerdo? En 1967 solo dos países negociaron para lograr el Tratado, mientras que el resto de países solo firmaron. No obstante, en 1979, prácticamente ninguno ratificó el Tratado de la Luna.
Con tantos actores interesados en el espacio y sus recursos, las perspectivas sobre la reglamentación se han vuelto muy diversas. Para algunos podría ser tentador iniciar una colonia extraterrestre desde cero, olvidar nuestra civilización actual y tratar de implementar una visión utópica de forma de vida.
Sin embargo, la historia no está de acuerdo con esta perspectiva. Recordemos los gulag soviéticos o los campos de concentración en Camboya. También hay que comprender que más de dos mil años de historia nos han llevado a la civilización que conocemos hoy en día y que estamos influenciados por la cultura en la que nacimos. El iniciar de cero suena bien, pero no parece muy práctico.
Por supuesto, también es necesario tener en cuenta las condiciones de vida que tendrán los habitantes en Marte. ¿Cuántas personas habitarán las primeras colonias? ¿Una veintena, quizás unas pocas más? Es posible que este grupo tenga valores y pensamientos similares. Esto podría favorecer los acuerdos sobre las normas y leyes en Marte.
Pero, ¿qué pasará cuando la colonia crezca y se vuelva diversa?, ¿aceptarán todos con igual voluntad estas leyes?, ¿serán igual de efectivas? En este caso, ¿no sería más conveniente que todas las partes escriban y suscriban una Constitución para Marte? Tras los resultados del Tratado de la Luna, es difícil pensar que se logrará.
Y, aun así, un ambiente y condiciones tan distintas a la Tierra (y hostil a la vida humana), ¿no requiere sus propias normas y lineamientos?
¿Qué otras dificultades encontrará la reglamentación de leyes en Marte?
Más allá de los retos diplomáticos, los conflictos de intereses y las ambiciones de las naciones y las empresas, el planeta rojo está lleno de retos; especialmente, el establecimiento de leyes en Marte.
Solo basta con imaginar cómo vivirán las personas allí. Los primeros colonos vivirán en un ambiente hostil, con recursos muy limitados, gran aislamiento social, incertidumbre y, probablemente, lentitud en la comunicación. La solución para estas condiciones sería un sistema social rígido y jerárquico.
Sin embargo, cuando la colonia crezca, el sistema legal deberá complejizarse, al igual que el sistema socioeconómico. Y todo esto seguirá viéndose afectado por la escasez de recursos y un entorno de vida psicológicamente desafiante. Tampoco se debe olvidar la naturaleza humana, donde existe la propensión a querer sacar ventaja del otro.
El bienestar individual y colectivo será un asunto constante. Y un riesgo, también. Esto implica que las reglas que conocemos en la Tierra tal vez no tengan la misma validez ni importancia. ¿Es posible que las leyes en Marte garanticen la libertad de movimiento? ¿La búsqueda de la felicidad? ¿E, incluso, la muy controvertida hoy en día, libertad de expresión?
En ese sentido, será necesaria una autoridad que garantice el cumplimiento de las leyes en Marte. Y esta deberá manejar las situaciones desafiantes que surgirán frente a las normas, que serán inevitables. Como toda sociedad, constantemente sus leyes se verán desafiadas para que se adecúen a las dinámicas socioeconómicas del ambiente.
Leyes marcianas que no pueden faltar
El control del oxígeno
Si hay un aspecto en el que se diferencia el espacio y la Tierra de manera dramática es en el acceso al oxígeno. Aquí está disponible siempre, en cualquier momento y en cualquier lugar. ¿Y en Marte? No es tan fácil.
En ese sentido, entre las leyes en Marte se debe considerar el acceso al oxígeno como un derecho fundamental, consagrado en la base de cualquier estructura colonial. Por supuesto, esto no se ha establecido en ninguna otra constitución antes. Cabe también considerar que quien controle el oxígeno podría controlar a toda la población. Es decir, amenazaría a la colonia con una tiranía. Esta persona tendría extraordinarios niveles de poder con consecuencias terribles. ¿Cómo se manejará esto?
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El derecho a irse
¿Ir a Marte es un decisión de por vida? ¿Qué pasará cuando alguien decida que no quiere —o puede— continuar? ¿Cómo podrá abandonar una colonia de la que depende para sobrevivir?
Si hablamos de derechos humanos, el derecho a marcharse debería establecerse en las leyes en Marte. Si estás en una colonia de una entidad privada, ¿quién paga el viaje de vuelta?, ¿tienen el poder de obligarte a quedarte o echarte?, ¿qué pasará con los expulsados mientras llega la ventana de lanzamiento?
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La explotación de los recursos espaciales
Es, probablemente, uno de los asuntos más urgentes. Por lo tanto, también debe plantearse al hablar de leyes en Marte. Existe un debate vivo sobre cómo regular la posible explotación de recursos espaciales. Hay dos posiciones: una pide la libre exploración y utilización de estos recursos, otra pide una «participación equitativa de todos los Estados en los beneficios obtenidos».
¿Pueden los empresarios explotar los recursos de la Luna por medio de minería? ¿Serán de su propiedad cuando los obtengan? ¿Es lícito comercializar con recursos espaciales? Frente a esta última pregunta, las leyes estadounidenses y luxemburguesas dicen que sí. Han creado una reglamentación que ampara estas prácticas. Sin embargo, en el caso de EE. UU, no se pueden apropiar de los materiales, sino que deberán quedar a disposición de la comunidad científica; al menos los recolectados por Perseverance.
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Y bien, ¿quién gobernará Marte?
Un último asunto por tratar es el de la soberanía. Sabemos ya que nadie puede reclamar soberanía sobre un cuerpo celeste. También que las construcciones pertenecen al país de origen que las creó. Sin embargo, esta situación podría no ser sostenible cuando las colonias realmente se instalen en Marte. Y nada de esto lo contempla el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre.
Una de las alternativas propuestas fue por Bruhns y Haqq-Misra, investigadores del Blue Marble Space Institute of Science. Ellos proponen que, una vez los humanos se instalen en Marte, obtengan una total independencia de la Tierra. Así, estos humanos tendrían nacionalidad marciana y leyes en Marte propias, y sus actividades no dependerían de la Tierra:
Liberando Marte de acuerdo con estas condiciones, el planeta rojo se convierte en accesible por la humanidad para el desarrollo de una nueva civilización, pero se evita que sea controlado por los grupos existentes en la Tierra.
Se desarrollaría un sistema que proteja las áreas naturales, científicas o culturales que beneficien a la comunidad, y las relaciones entre colonias se manejarían según tratados internacionales. También podría existir una comisión o tribunal que se encargue de la resolución de conflictos.
Otra sugerencia es que Marte sea una colonia bajo el gobierno de la ONU. Sin embargo, hay muchos que se oponen a la idea, pensando en las dificultades que enfrenta un gobierno a distancia. También se habla de un gobierno transnacional que se encargue de reunir a todas las partes de la exploración espacial. Esta tendría que establecer las reglas de soberanía.
Actantes en la carrera espacial… y sus intenciones
Fuente: SpaceX
¿Quiénes tienen sus ojos puestos sobre el planeta rojo? Son cada vez más. Dentro de las empresas privadas encontramos a SpaceX, Virgin Galactic y Blue Origin. SpaceX ha sido bastante claro: busca llegar a Marte para 2024 o 2026 y aspira a construir la primera colonia humana en Marte. Para 2050, espera tener un millón de personas colonizando este planeta. Por su parte, Virgin Galactic y Blue Origin apuestan por el turismo espacial.
Hay que hacer una mención especial a Mars One, un proyecto privado que quería montar una colonia en Marte. Su meta era enviar satélites en 2018 y humanos en 2025. Ninguno de ellos volvería a la Tierra. Sin embargo, en 2019 la empresa quebró. Muchos la han calificado de fraude.
Si hablamos de las empresas públicas, encontramos a la NASA, que ha dedicado múltiples proyectos a la exploración de Marte. Además, ha planteado 2030 como la década en que llevará los primeros astronautas a Marte. Los planes no están completamente cerrados.
Sin embargo, no es el único país en la carrera. La ESA considera fechas similares para su misión Aurora, cuya fecha inicial de llegada a Marte era 2025. Es probable que no se cumpla. La India no se queda atrás y busca llevar astronautas a la órbita terrestre pronto. Posteriormente, apuntará a la Luna y Marte.
China también comparte las mismas aspiraciones. En 2020, envió la sonda Tianwen-1 a Marte, que cuenta con un módulo de aterrizaje y un rover para explorar la superficie marciana. Se suma la presencia de Emiratos Árabes Unidos, quienes lanzaron su primera misión a Marte en julio de 2020. Para conocer más sobre los planes futuros en Marte, no dejes de leer este artículo.
Los planes de Elon Musk en Marte
Es probable que la persona más explícita con sus planes en Marte —además del extinto Mars One— sea Elon Musk. Las agencias gubernamentales suelen manifestarse con cautela, y otras compañías mantienen cierta reserva. En cambio, Musk no duda en hablar de sus aspiraciones… aunque, a veces, lo meta en problemas.
Esto ocurrió cuando declaró que Marte sería un «planeta libre» no gobernado por las leyes de la Tierra. Declaración que quedó plasmada en los términos de servicio de Starlink.
Para los servicios prestados en Marte (…) las partes reconocen a Marte como un planeta libre y que ningún gobierno con base en la Tierra tiene autoridad o soberanía sobre las actividades marcianas. En consecuencia, las disputas se resolverán mediante principios de autogobierno, establecidos de buena fe, en el momento del asentamiento en Marte.
Adicionalmente, Musk se había manifestado sobre la clase de gobierno que quisiera en Marte. Aseguró que esperaba una democracia directa.
Todo el mundo vota sobre todos los asuntos. Yo recomendaría algunas cosas: mantengan las leyes cortas, por ejemplo. Hay algo sospechoso cuando las leyes son largas.
Como ya explicamos, SpaceX es una empresa privada y, aunque no está sujeta al Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre, no puede simplemente ignorarlo. Dado que Marte es patrimonio de la humanidad, nadie tiene soberanía sobre él. Ningún Estado ni SpaceX puede reclamarla.
Palabras finales
En pocos años, los humanos podrían convertirse en una especie interplanetaria. Claramente, este es un objetivo saturado de retos técnicos, científicos y morales. Los expertos cada vez avanzan más en lograr que lleguemos al planeta rojo y más allá. Sin embargo, ¿qué pasará cuando lleguemos?
Plantearse temáticas complejas, como la soberanía o las leyes en Marte, resulta esencial para garantizar un abordaje que no solo satisfaga a todas las partes, sino que también sea moral y éticamente responsable.
Pensar en aquellos que se irán y lo que enfrentarán, y lograr unos lineamientos legales mundiales, puede ser una misión igual o más difícil que los desarrollos técnicos que se requieren. Y, por lo tanto, gana cierta urgencia que las partes comiencen a hablar del tema. Así, podremos garantizar el éxito de la humanidad dentro y fuera de la Tierra.
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