La búsqueda de vida fuera de la Tierra siempre ha sido uno de los objetivos de las investigaciones espaciales. Los esfuerzos por responder a esta pregunta varían desde buscar agua en Marte hasta explorar fuera de nuestro sistema solar. No obstante, un reciente descubrimiento pone a Venus en la mira de los científicos, tras muchos años de tener un papel segundario en la exploración espacial: un grupo de astrónomos europeos y estadounidenses encontraron posibles indicios de vida en Venus.
Se trata de rastros de fosfina que se identificaron en las nubes del planeta, según se publicó en Nature Astronomy. La presencia de este gas es un indicador de una actividad desconocida, sea natural o biológica. Explica la investigación:
«Podría proceder de procesos desconocidos de fotoquímica o geoquímica, o por analogía, de la producción biológica de fosfina en la Tierra, gracias a la presencia de vida».
La fosfina en la Tierra se produce por microbios o la acción del hombre a través de la industria. Tras descartar otros procesos no biológicos conocidos, los científicos consideran que podría significar que el gas fue liberado por organismos aéreos microbianos. Es decir, que el gas puede ser un indicio de vida en Venus, el lucero del amanecer.
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¿Cómo se encontró fosfina en Venus?
El descubrimiento fue hecho por la científica planetaria de la Universidad de Cardiff, Jane Greaves, y su equipo. Ellos estudiaron Venus con un telescopio James Clerk Maxwell en Hawái. Posteriormente, comprobaron los datos con un Atacama Large Millimeter / submillimetre Array (ALMA) en Chile, que forma parte del Observatorio Europeo Austral.
Estos instrumentos permiten observar en longitudes de onda submilimétricas como el infrarrojo lejano o las microondas. De esta manera, los científicos pueden determinar la composición química de la atmósfera.
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Al realizar las observaciones, se dieron cuenta de que no solo había fosfina en Venus, sino más de la esperada. Cerca de 20 partículas por cada mil millones. Los científicos concluyeron que el gas se encuentra en las regiones más cercanas al ecuador y en altitudes de 55 kilómetros. Allí, las temperaturas son relativamente frías (alrededor de 30 °C).
Jane Greaves indicó:
«Es la primera vez que se halla fosfina en uno de los cuatro planetas telúricos del Sistema Solar, al margen de la Tierra. Este compuesto se halla también en planetas gigantes gaseosos del Sistema Solar, pero allí no es de origen biológico».
La científica aseguró que tuvo en cuenta todos los procesos que podrían explicar la presencia de fosfina en Venus. Entre ellos, actividad volcánica, un meteorito que llevara los gases y otros cien escenarios descartados. Para la científica, solo queda como hipótesis un proceso desconocido o una forma de vida.
Cuando se habla de vida en Venus, se cree que es de tamaño muy pequeño. Según un estudio publicado por Sara Seager, astrónoma del MIT, esta vida podría existir en gotitas a grandes altitudes: los organismos vivirían en las nubes, que existen de manera permanente.
Algunos científicos cuestionan las conclusiones de los investigadores y aseguran que el gas podría ser producto de un proceso geológico o atmosférico inexplicable en un planeta misterioso.
¿Por qué no se ha explorado Venus?
La exploración de Venus es un gran reto para los científicos espaciales. Venus es llamado el «gemelo de la Tierra» por tener casi la misma masa que esta. Sin embargo, se estima que sus temperaturas superan los 450 °C y su aire contiene más del 96 % del dióxido de carbono. Además, se considera que su presión es 100 veces superior a la de la Tierra. Como si fuera poco, está cubierto de nubes que contienen ácido sulfúrico corrosivo.
El primer vistazo que se ha dado del paisaje de Venus fue resultado de la exploración Venera por parte de la Unión Soviética en 1980. En 1982, el módulo Venera 13 aterrizó durante 127 minutos en Venus antes de romperse en mil pedazos.
Asimismo, se envió la sonda Venus Express, por parte de la Agencia Espacial Europea, que estudió el planeta durante ocho años. Luego, se quedó sin combustible.
Actualmente, solo hay una nave espacial que explora Venus. Se trata del explorador Akatsuki, que llegó en 2015 para estudiar el clima y la meteorología del planeta. No obstante, no tiene instrumentos para sondear la química atmosférica.
¿Y ahora qué pasará? ¿Nos vamos a explorar Venus?
Los investigadores de este proyecto esperan que este descubrimiento impulse nuevas misiones a Venus, que permitan saber más sobre nuestro planeta hermano.
En febrero de este año, la NASA preseleccionó cuatro proyectos de misiones que están en revisiones. Dos de ellos tendrían como destino Venus e involucrarían sondas robóticas al planeta. Uno de ellos es Davinci+ que busca enviar una sonda a la atmósfera para estudiar su composición química; el otro es Veritas, que se centraría en comprender la historia geológica del planeta.
Adicionalmente, Rusia también está preparando una misión a Venus. Se trata del proyecto Venus D, que incluye un módulo de descenso y un orbitador que realizarían como proyecto nacional.
Por otra parte, la agencia espacial de India está debatiendo el lanzamiento de un orbitador llamado Shikrayaan-1 a Venus en 2023. Este tendría el objetivo de estudiar la química atmosférica. Asimismo, Rocket Lab busca lanzar un pequeño satélite para sobrevolar Venus en un mismo año.
¿Se harán realidad esas misiones? Por lo pronto habrá que esperar más o menos 19 meses más para que aparezcan las ventanas de lanzamiento a Venus, esto es, cuando el planeta se encuentra más cerca de la Tierra. Es decir, no veríamos confirmarse ninguna de dichas exploraciones, como mínimo, hasta 2026.
No tan rápido…
Aunque los descubrimientos son emocionantes y llamativos, los resultados parecen inconclusos para la comunidad científica. Tras la publicación del artículo, tres estudios independientes han revisado las observaciones para encontrar el gas. No obstante, ninguno ha conseguido detectar evidencias de fosfina en la atmósfera de Venus.
Uno de los equipos utilizó observaciones de archivo para encontrar el gas. Los otros dos equipos han reanalizado los datos originales. Ninguno ha podido encontrar las evidencias de fosfina.
Para ello, los investigadores utilizaron observaciones del Telescopio Infrarrojo de la NASA para buscar huellas de fosfina. «El nivel de detección en espectroscopía infrarroja es cuatro veces inferior al detectado en radio. Para explicar estas medidas se necesitaría que la fosfina esté presente en la mesosfera a niveles no observables del infrarrojo o que esta sea variable», explicaron los autores.
Cabe resaltar que en el artículo original, los autores afirmaron que estaban en la búsqueda de una doble confirmación con telescopios infrarrojos.
«Esto es normal. Así es la ciencia. Si pudiéramos haber visto estos datos a simple vista y haber observado fosfina, se habría descubierto hace ya tiempo», aseguró Clara Sousa-Silva, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, una de las autoras del estudio original.
Las principales críticas a los hallazgos hacen referencia a la manera en que los datos fueron analizados. De hecho, el científico John Carpenter, del observatorio ALMA, piensa que en el procedimiento de análisis se pudieron generar señales falsas.
La resolución final sobre la presencia de fosfina en Venus se tendrá luego de que se revisen los nuevos análisis. Después de ser investigados minuciosamente, se decidirá si pueden ser publicados. Con estos análisis puede que se concluya si hay o no presencia de fosfina en Venus, aunque también es probable que se realicen más observaciones del planeta.
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