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Un estudio conjunto de varias universidades estadounidenses ha investigado cuáles son los efectos de recibir el impacto de un dron en la cabeza.
Puede parecer una pregunta cuanto menos rara, pero la respuesta no es en absoluto trivial. Se podría decir incluso que los drones, a día de hoy, están en guerra. No estamos hablando de los drones militares; robots voladores con una alta capacidad destructiva. Hablamos de la guerra en el sector entre los que ven en los drones una tecnología disruptiva y revolucionaria para muchos escenarios de nuestra economía (industrial, ganadera, sanidad, logística, audiovisual) y los que siembran a este progreso de trabas y escollos legales en pos de la seguridad. Descubrir el peligro real que entraña el impacto de un dron en la cabeza puede ser determinante para el desarrollo del sector.
La legislación actual previene accidentes de drones sobre personas.
Y es que ahora mismo en la mayoría de legislaciones, se distinguen dos grandes casos en los que el uso de drones está muy obstaculizado o directamente prohibido: el vuelo de drones en espacio aéreo controlado y el vuelo de drones sobre ciudades y/o personas. La pregunta que planteábamos al comienzo, sobre el peligro de recibir el golpe de un dron en la cabeza, es especialmente relevante en este último caso.
De hecho, si queremos volar drones sobre ciudades o aglomeraciones de personas, para hacerlo de forma legal tendremos que seguir una serie de protocolos y estudios que minimicen en cualquier caso el riesgo de causar lesiones graves a quienes pasan por debajo.
Este estudio en la actualidad se hace casi por unanimidad siguiendo la metodología SORA (Specific Operations Risk Assessment, o “Evaluación de Riesgo de Operaciones Específicas”). Con este sistema se estima si una operación con drones entraña un riesgo aceptable o no, contabilizando varios factores:
-Probabilidad de que se dé una situación de riesgo (por ejemplo, pérdida de control de la aeronave).
-Severidad del daño causado en caso de darse (por ejemplo, la caída de un dron sobre personas).
-Medidas de mitigación de ese potencial daño, que reduzcan la probabilidad de que ocurra el accidente, y que reduzcan el daño que dicho accidente puede llegar a causar en caso de producirse.
Por desgracia, hasta ahora no se cuentan con estadísticas fiables en lo referente a cuáles son las lesiones que puede provocar un dron caído desde el cielo sobre una cabeza, de forma que a la hora de elaborar un estudio SORA se parte de estimaciones basadas en la masa del dron y la altura desde la que cae.
El estudio sobre la gravedad del impacto de un dron contra una cabeza humana
ASSURE (Alliance for System Safety of UAS through Research Excellence, o Alianza para la seguridad de sistemas de RPAS a través de la excelencia en investigación), formada por la Universidad de Alabama y la Universidad Estatal de Mississipi (entre otros) ha llevado a cabo un estudio de 18 meses de duración en el que se quería investigar precisamente la severidad de las lesiones que podría producir un dron de gama media en caso de caer en la cabeza de una persona.
En este estudio se evaluaron 512 impactos y simulaciones utilizando 16 drones diferentes, entre ellos los popularísimos DJI Phantom y DJI Mavic Pro, cargando diversas cargas de pago y con pesos totales que iban desde los 322 gramos hasta los 6 kg.
¿Qué ocurre si te cae un dron en la cabeza?
Para empezar, el estudio demostró que los drones pequeños de consumo, fabricados principalmente con cuerpos de plástico, son sorprendentemente flexibles y elásticos, por lo que tienden a absorber importantes cantidades de energía durante el impacto. Las lesiones más frecuentes fueron laceraciones, cortes y magulladuras. Sigue sin ser un plato de buen gusto, pero son lesiones “menores” frente a lo que se podía esperar.
Aunque solo hubo un caso de daño ocular severo, ASSURE sí ha querido aclarar que las hélices sí pueden causar daños en los ojos.
Sin embargo, en contra de lo que podría pensarse, las peores lesiones no se daban cuando el impacto se producía con las hélices del dron, puesto que al impactar éstas hacían rotar el dron restando energía cinética del impacto; sino cuando el impacto se producía directamente contra el cuerpo del dron.
Finalmente, el estudio pone de relieve la dificultad de estimar el resultado de un impacto de estas características, puesto que había una gran variabilidad: una diferencia de medio centímetro entre dos impactos puede dar dos resultados completamente diferentes. No obstante, se asegura que para que una colisión tenga un efecto mortal se necesita un golpe improbablemente certero.
Por qué este estudio era necesario:
Como decíamos, a la hora de evaluar riesgos sólo se tomaba como referencia el peso y la velocidad del impacto. El estudio, que ha sido el primero de este tipo en realizarse, ha pusto de manifiesto las que en nuestra opinión son las cinco mayores conclusiones:
-La orientación del impacto es un factor igual de determinante que la masa y la velocidad.
-El cuerpo del dron absorbe en muchas ocasiones gran parte de la energía del impacto.
-Estimar con precision el resultado de un impacto es muy complicado.
-Aunque un impacto de este tipo entraña riesgos, son por norma general mucho más bajos de los que se estimaba en un principio.
-Los drones con carga de pago (por ejemplo drones que se usarían para reparto) son más peligrosos, y este peligro viene determinado sobretodo por el peso y el material cargado en el dron.
Por qué este estudio se queda corto:
Por un motivo muy sencillo, que el mismo ASSURE ha reconocido: se necesita evaluar muchos más casos, reales y en pruebas, para obtener un modelo más fiable.
¿Puede cambiar este estudio el sector de los drones?
Sí y no. Nos explicamos: el estudio concluye que el impacto de un dron en la cabeza es menos dañino de lo que actualmente se estima. Cabría esperar, por tanto, que tomándolo por cierto se permitiera volar sobre personas y/o edificios con drones de un peso máximo mayor al actual. En la actualidad este peso es de 250 gramos, insuficiente para la ejecución de ningún trabajo profesional. No obstante, es difícil imaginar que ningún gobierno vaya a ser el primero en correr el riesgo de abrir la mano con sus requisitos a la hora de sobrevolar personas, aun cuando ASSURE ha parecido demostrar que el peligro real de morir por el impacto de un dron es residual en comparación al esperado.
Sin embargo, este estudio abre el camino a nuevos estudios, y no sería descabellado incluso pensar que algunas marcas, como el gigante asiático DJI, realizaran experimentos de este tipo para mejorar la seguridad de sus drones.
Finalmente, algo que sí es bastante posible es que los nuevos drones que veamos en los próximos años prioricen construcciones más flexibles para minimizar los daños a personas en un potencial impacto. No es descabellado pensar que si los fabricantes se esfuerzan en fabricar y homologar drones diseñados específicamente para ser volados sobre personas, las leyes se vuelvan algo más permisivas en este aspecto.
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